lunes, 14 de mayo de 2012

El desalojo de Sol

... y la mayor humillación de mi vida

Desalojo de Sol en la Plaza Jacinto Benavente (A.I.)
Ayer caminé hacia la Puerta del Sol lleno de ilusión. Era mi primer 15M y, además, mi buen amigo Alberto Senante me había propuesto que le echase una mano con su retransmisión de las concentraciones para Periodismo Humano. Después de una tarde muy hermosa, acabé humillado por un inspector jefe del cuerpo de antidisturbios.
Antes de relataros mi experiencia, permitidme compartir dos reflexiones personales:
1) Creo que la policía es necesaria. Ojalá viviésemos en un mundo sin violencia. Pero, por ejemplo, cada año en nuestro país cientos de mujeres mueren asesinadas por sus maridos. Viajando por algunos países de África y Ámerica Latina comprendí lo terrible que es vivir en lugares donde no puedes salir a la calle tras la puesta de sol. Peor aún: allá donde las fuerzas de seguridad públicas no cumplen su función, las personas adineradas pagan su seguridad privada, mientras el resto de ciudadanos quedan indefensos ante la violencia.
2) En mi opinión, el gobierno debería sentirse muy satisfecho de que la desesperación generada por la crisis se canalice en un movimiento como el 15M, mayoritariamente pacífico. Basta recordar episodios pasados de sufrimiento social (cierre de astilleros en Galicia o de explotaciones mineras en Asturias) para comprender que cuando manda la desesperanza, la violencia estalla. En el pasado, los ingredientes habituales de una protesta eran las barricadas de neumáticos ardiendo y los cócteles molotov. El símbolo 15M son las tiendas de campaña.
Hacia las 4:50 de la mañana, mi amigo Senante y yo estábamos despidiéndonos. Todo en la plaza parecía tranquilo y habíamos decidido regresar a casa. Nos felicitamos por el trabajo hecho y por la suerte de haber conocido a Javier Bauluz, el premio Pulitzer de fotografía.
En apenas unos segundos, todo cambió. Unas 30 furgonetas de antidisturbios entraron en la plaza y comenzaron a desalojarla.
La delegación de gobierno había anunciado que la concentración sólo estaba autorizada hasta las 22h. Yo no comprendo demasiado esa decisión: ¿acaso no se permiten concentraciones nocturnas durante la Semana Santa o para celebrar títulos deportivos? Además, en la plaza no había ningún problema: la mayoría de los presentes estaban reunidos en asamblea, mientras otros recogían las basuras. El tráfico de autobuses y taxis circulaba con normalidad. Pero, en cualquier caso, la decisión policial de intervenir estaba dentro de lo establecido por la ley.
En cuestión de minutos, yo me encontré en la calle Carretas, donde había sido empujado junto a otras 50 personas. Los antidisturbios nos cerraban el retorno a la plaza y nos ordenaron seguir subiendo Carretas. No ocurrió ningún incidente violento -al menos que yo presenciase-. Cuando alcanzamos la mitad de la calle, comenzamos a preguntarnos: ¿pero hasta dónde nos van a llevar? Estábamos ya a más de 100 metros de la plaza, pero los antidisturbios que nos seguían gritaron que había que continuar caminando. La calle Carretas desemboca en la plaza Jacinto Benavente. Llegados a ese punto, estábamos convencidos de que los antidisturbios pararían. Pero, para nuestra sorpresa, otras dos calles (Bolsa y Cruz) ya estaban bloqueadas por coches patrulla.
Acabamos arrinconados en una acera de apenas metro y medio de anchura. La fotografía al comienzo de esta entrada retrata ese momento. Quien quisiese irse, era invitado a salir por la calle Atocha o bajar hacia Tirso de Molina.
Me acerqué al inspector jefe que comandaba el grupo y le expliqué que yo no pensaba moverme, y que iba tomar fotos para el reportaje de Senante. Acataría sus órdenes, pero no retrocedería un metro más allá de lo establecido. Tampoco entré en ninguna discusión con los policías, pues comprendo que para ellos no debe ser nada agradable hacer su trabajo entre insultos y desprecios. Al fin y al cabo, cumplen órdenes del político de turno.
Mientras tomaba la tercera o cuarta foto, uno de los antidisturbios se aproximó a mí: “a ver tú, el calladito listillo, enseñame tu documentación”. Le dí mi pasaporte y mientras él lo revisaba, otro de los policías sacó una libreta y empezó a interrogarme. Constesté a sus preguntas y, al terminar, le pedí que me facilitase su número de identificación policial. Los polícias llevaban el número en el uniforme, pero sin gafas, yo no alcanzaba a leerlo. Entonces, el inspector jefe se acercó y dijo que ninguno de sus hombres me iba a facilitar su identificación. Le respondí que estaban obligados por ley. El inspector jefe replicó: “yo te doy el mío, pero ordeno a todos mis hombres que no lo hagan”. En efecto, los demás se negaron argumentando que obedecían órdenes directas.
Y, a partir de ese momento, comenzó la humillación. El inspector jefe sacó todo su repertorio: “¿tú eres mileurista o estás en paro? Pues prepara 2000 euros que te voy a meter un buen puro ¡Jajajaja!”. “¿Has venido con los perroflautas por el rollo ese de la solidaridad, ¿a que sí?”, “se te ve en la cara que no tienes ni puta idea de nada”, “¿prefieres que hablemos de fútbol?”, “mira que tú calladito ya parecías tonto, pero has abierto la boca y resulta que eres retrasado mental”. Me mantuve en silencio, tratando de grabar en mi memoria cada uno de sus piropos.
Después de trabajar 7 años como investigador fuera de España, regresé porque quería aportar mi granito de arena en construir una sociedad mejor. Sabía que no volvía al País de las Maravillas, pero creí que había cosas que ya no sucedían.
Mirando el asunto desde otra perspectiva, supongo que puedo considerarme afortunado: si hubiese nacido en Siria o en la España de hace 40 años, en vez de insultos, ese policía me habría molido a palos.
Durante los cuarenta minutos que permanecí frente a la línea de antidisturbios, me sentí bastante calmado y no me resultó difícil guardar la compostura. Pero cuando llegué a casa y me tumbé en la cama, rompí a llorar.
Hay palos que hieren la carne. Otros, lastiman el alma.

Alberto Sicilia
Autor del blog Principia Marsupia
e investigador en física teórica
  • Sicilia es autor también de la conocida carta al Rey Juan Carlos de España con motivo de su accidente cuando cazaba elefantes en Botsuana.

19 comentarios:

  1. Voy a difundir tu post en el Face con tu permiso, alli se han visto vídeos que ponen la carne de gallina... y si este parrafo tuyo es de lo más lógico.
    Yo no comprendo demasiado esa decisión: ¿acaso no se permiten concentraciones nocturnas durante la Semana Santa o para celebrar títulos deportivos? "

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    1. Yo lo tomé íntegro de Periodismo Humano y es justo y necesario que se difunda :) Gracias Alicia

      abrazo para ti

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  2. Cuánta gente maravillosa está siendo defraudada...

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  3. Me está empezando a hervir la sangre de una manera...siento el brp brp ya...

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  4. ¡Que vergüenza!
    Espero que se haga justicia con ese gorila ignorante!
    Cambien devuelven todo tipo de personas, la mayor parte personas mayores que vienen a visitar a sus hijos o nietos inmigrantes, y del aeropuerto los envían de vuelta a su país de origen, generalmente al otro lado del Atlántico.
    ¿Estos estúpidos no se dan cuenta de los millones de españoles que continúan viviendo allá?
    Luego se rasgan las vestiduras porque nacionalizan una multinacional...
    Vergüenza ajena siento!
    Besos y salud

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    1. Querido Genín, aunque no hubiese ni un solo español o descendiente por aquellas tierras... lo que están haciendo es indecente (y ojalña se vuelva contra ellos más pronto que tarde).

      Vergüenza ajena, amigo... dos más al saco

      Salud y beso para ti

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  5. "También devuelven" quería decir...

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    1. Se entendió amigo, estamos "hablando" no "leyendo" :)

      ahora abrazo

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  6. Qué escarnio pobre hombre, qué dolor! Siento sus palabras y me llevan lejos lejos, muy lejos, hace unos treinta y pico de años, mi soltura para recibir escarnios de los milicos, y mi rabia masticada en la soledad. Eso no se olvida. Mi solidaridad con él. Gracias Mariluz por postear esto. Beso

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    1. Diana, es el loco de mi corazón quien me empuja, ya sabes.

      Beso(s)

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  7. Desgraciadamente volvemos a los peores tiempos del franquismo y de los principios de la transición, cuando la palabra policía era sinónimo de grises, palos y represión.
    Ahora el PP y todas las delegadas del gobierno les han cogido el gusto a eso de mandar a sus huestes a dar palos sin más. Es su idea de la democracia y la libertad.

    Aquí en Valencia a la inefable Rita le dio por colocar una mascletá nocturna en honor a la virgen, los castillos y las mascletás nocturnas nunca antes se habían puesto allí en la plaza, a última hora, sin consultar y cuando estaba autorizada la manifestacion. Colocaron unas vallas ridículas y se montó la mundial. No hubo que lamentar desgracias, únicamente a un fotógrafo le reventó un petardo en la mano. Pero pudo ser un auténtico desastre.
    Rita, cuando no saca los camiones de limpieza, pone mascletás, el caso es impedir la libertad de las personas a manifestarse libremente.

    Un abrazo

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    1. Me quedé a cuadros cuando escuché la noticia... esperemos que no se les ocurra sacar los tanques a la calle ¡otra vez!

      Abrazos José Vicente

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  8. ¡Gracias por la redifusión! Voy al blog de referencia.

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    1. Ya que no puedo hacer gran cosa, es mi deber difundir Maese Pedro

      abrazos

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  9. ¿Tú crees que encima hay que considerarse afortunado?
    Es increíble, no veo la nesecidad de estas actuacines por parte de las fuerzas del orden.
    Todo esto me supera.
    Un abrazo, Mariluz.

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  10. Todo esto nos supera a todos los que tenemos dos dedos de frente, Mercedes.

    No se dan cuenta de que nos están poniendo sobre un polvorín :(

    dos abrazos, Mercedes

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  11. Es otra muestra más de la chulería y prepotencia con que están actuando las, en este caso mal llamadas, fuerzas de seguridad. Estamos volviendo a la época en que "la calle era suya" como dijo aquél de cuyo nombre prefiero no acordarme.

    Besos

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