En época en la que firmar una hipoteca es tan quimérico como ver un unicornio y que, al mínimo desliz, te ves en la calle eternamente endeudado con el banquero al que pediste algunos miles de euros más para un coche nuevo o cualquier otro capricho, encontrar donde vivir ha disparado la inventiva humana (algunos, incluso, han aprovechado el fuselaje de un Boeing).
Pero si bien las soluciones habitacionales humanas pueden ser muy singulares, las de los animales tampoco se quedan atrás.
Rascacielos
Podemos encontrar el equivalente de nuestros rascacielos en el reino animal, al menos si lo contemplamos proporcionalmente. Y es que los animales que consiguen construir los alojamientos más altos, hasta 12 metros de altura, son las termitas guerreras africanas y sus montículos que son una mezcla de barro y excrementos.
En esta suerte de Empire State Building de las termitas pueden vivir hasta 10 millones de ejemplares, porque también poseen construcciones bajo tierra. Tal y como explica Nikolaus Lenz enEl libro de las 1.000 preguntas y respuestas:
Esa mezcla se seca como el hormigón, convirtiéndose en una masa dura como las piedras, que está atravesada en el interior por pasillos, cámaras y canalizaciones para el aire fresco. (…) Las termitas, como todos los animales, necesitan agua, por lo que excavan perpendicularmente en el suelo para acceder a capas por donde transcurra el agua. Esas fuentes llegan con frecuencia hasta una profundidad de cuarenta metros. Y todo eso lo consiguen trabajadores ciegos de unos pocos centímetros de tamaño.
Según Peter Miller en La manada inteligente, estos termiteros, si estuvieran construidos a escala humana, serían casi cinco veces mayores que la Gran Pirámide:
Los naturalistas saben lo que hay dentro de estos termiteros desde el siglo XVIII. “El exterior es una gran coraza en forma de cúpula, lo suficientemente grande y fuerte para proteger el interior de las vicisitudes meteorológicas y a sus habitantes de los ataques de sus enemigos naturales o accidentales”, explicaba el explorador inglés Henry Smeathman en 1781 cuando describía los montículos como si se tratara de castillos. El interior, entretanto, contenía numerosas estancias para el rey y la reina, criaderos dedicados a la progenie y despensas llenas de provisiones, todo ello, escribía, “concebido y terminado con tanto arte e ingenuidad que no sabría decir si deberíamos admirarlos por ese hecho o por la enorme magnitud y solidez que presentan”.
Por norma general, una colonia tarda entre 4 y 5 años en construir un montículo. Como si realmente fuera una pirámide egipcia, durante ese período nacerán y morirán varias generaciones de obreras.
El primer estudio sobre cómo las termitas saben construir dichos montículos, cómo se organizan, cómo saben las partes que faltan y, sobre todo, cómo saben si esos pulmones de arcilla serán capaces de expulsar el suficiente dióxido de carbono o de retener la cantidad adecuada de humedad, fue realizado en parte durante la década de 1950 por el biólogo francés Pierre-Paul Grassé.
Grassé advirtió que individualmente las termitas eran muy sensibles a los cambios del entorno, tal y como explica Peter Miller en La manada inteligente:
Si una obrera que lleva un poco de tierra, por ejemplo, se encuentra con una pequeña pila de desperdicios que han dejado previamente otras obreras, dejará su carga encima de la pila. Esa acción, a su vez, estimula a otras obreras a hacer lo mismo y muy pronto, si hay el suficiente número de termitas alrededor, la pequeña pila de escombros se convertirá en una columna de dimensiones considerables. Grassé se refirió a ese proceso con el nombre de “estigmergia”, algo que definió como “la estimulación de las obreras mediante su propia función”.
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Vía: XatakaCiencia
Yo estuve a punto de hacer mi ranchito en el puro de un avión o el vagón de un tren, pero tuve que renunciar porque salia muy caro el transporte sobre todo, así que me hice yo el tinglado que ya conoces...
ResponderEliminarBesos y salud
Siempre me han asombrado las termitas y las maravillosas obras arquitectónicas que construyen
ResponderEliminarUn beso, Mari Luz
Me maravilla tu sarcasmo. Y tiene mérito! Un beso fuerte.
ResponderEliminarTe ha tocado ver en persona, cómo las termitas son capaces de derrumbar construcciones completas?? Cuidado con ellas.
ResponderEliminarLas hormigas siempre logran atraparme en su industrioso mundo.
Un beso muy bonito.
Esta definición: “la estimulación de las obreras mediante su propia función”, debería servirnos como ejemplo. La acción de unos cuantos debería movernos a la inmensa mayoría y todos/as trabajar o perseguir un fin común.
ResponderEliminarUn buen ejemplo de comunidad.
un abrazo
Me has ahorrado una pequeña investigación ya que, la sociedad de un relato que estoy escribiendo (Helios), tiene muchas similitudes con las comunidades de hormigas o termitas. Gracias.
ResponderEliminarEl loco se siente feliz por ayudar, sin saber que lo estaba haciendo.
EliminarGracias a ti, guapísimo :)
Llevan, no recuerdo bien si eran 200 ó 400 millones de años en la Tierra. Es imperdonable dar esta diferencia de tiempo, pero a la gente lo que le preocupa es el acento de mi "ó" y ahora que si se dice "tilde".
ResponderEliminarLey de Boyle, Gay-Lussac, Avogadro, Charles, Graham... ¿200 o 400?
Los que tenemos unos añitos, bixen, escribimos ese "o" acentuado porque así lo aprendimos: para diferenciarlo del cero. ;)
EliminarAhora se comprende que no es necesario así que -sintiendo mucho no conocer las leyes de Boyle, Gay-Lussac, Avogadro, Charles, Graham- lo correcto es 200 o 400.
Como la curiosidad mató al gato, dice la wikipedia que esas leyes hacen referencia a los gases, sus volúmenes y presiones ¡qué de cosas sabes, chico!
abrazos 1 o 2 ;)
¡¡jajajajaaa increibles las termitas! esos que no sufre de vértigo!! Me fui a tu enlace, y al enlace del enlace y vi hasta los 5 edificios más feos del mundo... puaj.... realmente horrorososos aunque no se si la caca con la cabeza de pájaro no estaría en esa lista en el lugar 6, por que es espantosa.
ResponderEliminarBesotes