lunes, 7 de marzo de 2011

MHLGH 195.6 - día doce

Recomiendo empezar a escuchar la música insertada antes de iniciar la lectura, cuidado con el volumen porque goear ha puesto publicidad. Gracias

Buenas noches, seguimos escuchando a M.Mussorgsky y en los Cuadros de una exposición, hoy llegamos a "El ballet de los polluelos en sus cascarones". ¿Imaginas la escena? Pues no hay que esforzarse mucho porque estamos en tiempos de carnavales, donde una gran parte de la gente, a nivel mundial, se quitan la máscara diaria de sufridos trabajadores o sufridos empresarios o sufridorísimos parados, para cambiarla por la alegría, el desenfreno, el alcohol, el sexo, el baile... todo en cantidades incalculables. ¿Y para qué?

Hubo un tiempo en el que el pueblo llano -trabajador, víctima de los abusos por parte de los señores feudales y perseguidos por el fuego eterno en boca del clero-, vio aliviado su opresión por "gracia divina": disfrutar el desenfreno en el comer y beber y en encuentros carnales, bajo la impune máscara grotesca y envueltos en ropajes que ocultaban sus auténticos rasgos y clases sociales. El "todo vale" durante unos pocos días, previos a los cuarenta de la Cuaresma en la que -gracias al ayuno obligatorio y vida sobria y recogimiento- se expiaban todos los pecados.

Estos días, las calles que recorro están habitadas por máscaras grotescas y disfraces inverosímiles que bailan y beben y se divierten -sin distinción de clases- como en sus orígenes, pero por motivos diferentes. Vivimos la fiesta por la fiesta, la diversión extrema que nos aleja unas horas y pocos días de la realidad de las revueltas en los países oprimidos; que nos libran de la angustia del paro, la incertidumbre del futuro de los jóvenes sin estudios ni trabajo...

Ya no necesitamos cubrir nuestros rostros, sino más bien descubrirlos.
Ya no se expone el cuerpo al desenfreno para depurar el alma.
Ya no hay alma que depurar.

Ya casi amanece y aún se oye la algarabía de la gente por las calles... hoy no podré dormir, vigilaré la puerta para que no se cuelen los borrachos buscando donde aliviar sus vejigas. Vaya, hoy tampoco te hablé de los cuadros, el pintor y  Mussorgsky... otro día será, tal vez mañana "Cuando nadie escucha".

5 comentarios:

  1. Muy bueno.
    Vengo de ver una escena parecida a la que describes.Un cambio de máscaras.Un viaje temporal a la alegría en el que la gente olvida sus tribulaciones.
    En un grupo pequeño hablamos de lo que tú mencionas:Otro carnaval.Ése que se instala en la sociedad para convencer a la gente que crea en lo que " no es".
    Sería valioso descubrir los rostros y poder decir sin miedo lo que esconden las máscaras.
    Nada fácil.
    Muchos de los que hoy se mezclaron con la algarabía , perciben , que ellos y sus hijos carecerán de cuadros, libros, universidades ,agua potable.Futuro.
    Y ... tal vez , para olvidar ese inexorable destino se embriagan con unas horas de ruidosa felicidad.
    Excelente artículo.Mueve a la reflexión.
    Un beso.

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  2. Me gustó tu entrada,todos llevamos alguna máscara,creo ser la excepción,enmuy contadas ocasiones y cuando no me quedaba más remedio.Una manera más de enmascarar la verdad.
    Gracias por tus palabras,pero tengo alergia al mar,je,je,je
    Besos.

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  3. A mí también me gustó esta entrada. Además de explicar con detalle y exactitud el origen de esta fiesta pagana, qué sentido tenía entonces y cómo ha derivado hasta el s. XXI, dejas claro que ahora la crudeza, la impasibilidad y la falta de delicadeza impera en la mayoría de las sociedades, dando como resultado una falta de sentimiento y emotividad que nos perjudica y tal vez, aún nos somete más (al dinero y demás defectos sin virtudes de las personas con las que convivimos -también me incluyo yo jjaja-).

    un abrazo.

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  4. Preciosa entrada, amiga.

    Y llevas razón, al fin y al cabo eso es la vida: un inmenso baile de máscaras.

    Un enorme abrazo.

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  5. Rompo una lanza a favor de las máscaras grotescas.

    ¡¡Un hurra por las máscaras grotescas!!

    Bicos

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