Qué deprimente es acudir a un hospital de acompañante. Sientes que eres inútil porque en los momentos importantes te mandan salir de la habitación. Cuando se llevan al paciente a quirófano debes quedarte dando tumbos de la sala de espera al hueco vacío de la cama, y mirando el reloj ves pasar los minutos que se hacen interminables. Cuando, ya de regreso, te piden agua, debes decir que no. Cuando quieren levantarse para ir al baño, debes obligarles a hacer 'sus cosas' en un aparato incómodo y vergonzante y recibes las quejas como si tu fueses la culpable. Cuando se duermen y -en sueños- quieren quitarse las agujas o vías para el suero, debes separar sus manos y aguantar algún que otro golpe. Debes procurar que no se muevan demasiado... que no estén todo el tiempo en la misma postura... Sobre todo debes permanecer alerta. Y es en esas horas de vigilia que oyes la vida nocturna de una planta llena de enfermos que tosen, ronca, hablan en sueños -incluso gritan-, suspiran penosamente... las carreras de emergencias por los pasillos camino de alguna habitación. Las risas de los turnos de guardia. Las ruedas de los carritos de medicinas...
La noche del acompañante es fría y solitaria. Es triste y terrorífica porque te asaltan todos los miedos; durante los pocos momentos de silencio total se abren todos los sentidos en espera de algo peor cada vez.
Esperar el amanecer en tensión, sentada en un sillón incómodo y frío, te hace conocer todos los músculos y tendones y articulaciones de tu propio cuerpo. Te hace sentir arena en los ojos y parpadear se convierte en un ejercicio de resistencia; sientes el hambre y la sed como si nunca la hubieses saciado. No bebes líquidos para no tener que ir al baño y hacer ruidos...
El acompañante ama esa bombillita del zócalo con la misma intensidad que la odia, porque abre la oscuridad total y porque te impide mirar a otro lado; sólo su pálido brillo le ayuda a no cerrar los ojos.
Por puro egoísmo, preferiría que la próxima vez me acompañara mi hermana a mi.
Seguro que no será nada, nena.
No será nada. Y, si es, a por él. Que es cobarde. Que es malo. Y siempre ganamos los buenos. Sé que lo sabes.
ResponderEliminarÁnimos muchos. Gordos. Con sonrisa.
Podéis.
Besos fraternos.
'asias Larisa.
ResponderEliminarBesos fraternos
Hola, Grumetilla:
ResponderEliminarHas descrito una noche de hospital con una precisión de bisturí... el frío, los sonidos de vida y muerte, los miedos que te asaltan como ladrones en la madrugada y la contención de los propios deseos para no molestar los ajenos...
Ánimo, mucho, mucho... espero que tu hermana se recupere pronto para que os vayáis juntas a contemplar un buen amanecer y no para que ella te acompañe a tí en esas noches tan frías y yermas, ¡eso no!
Un beso, guapa.
Bonus track de las búsquedas de hoy:
ResponderEliminar"un dia aparecera el sombrerero loco y os dara por el culo".
"discurso mauricio colmenero los negros huelen mal".
"juegos de jorge el curiozo".
Ahora esos frikis llegarán a tu blog. Je, soy pérfida.
Ánimos muchos. Besos más;)
Lo has descrito perfectamente.
ResponderEliminarSeguro que no es nada. Mucho ánimo y fuerza.
Besos y abrazos para las dos.
noche
Está muy bien descrito. Realmente es una responsabilidad, se debe estar expectante y atendiendo en todo momento, cualquier necesidad que el enfermo precise o desee, porque al final y al cabo, se encuentra en el hospital por enfermedad. Hasta ahora, he estado pocas veces cuidando de alguien de mi familia, tan solo alguna vez estuve con mi padre, pero poco tiempo. Deseo que tu hermana se recupere cuanto antes.
ResponderEliminarun abrazo muy fuerte.
La espera, la incertidumbre, los miedos que aparecen y te asaltan con una frialdad despiadada…esos los conozco…el llanto a escondidas…la sonrisa en la cara para dar ánimos al enfermo….
ResponderEliminarSon las noches de hospital, como tu las describes en el mejor de los casos.
Un enorme abrazo Mariluz
Mariluz,he pasado muchas noches de hospital con mis padres.Realmente es otro mundo,día a día nos rompen por dentro todas las circunstancias,que nos rodean...
ResponderEliminarTe dejo mi ánimo y espero que tu hermana se ponga pronto bien.
Un abrazo muy fuerte,amiga y ánimo siempre.
M.Jésús
Que mejore pronto tu hermana Mariluz!!!
ResponderEliminarPara mi es como estar en casa, 30 años en la salud no despierta esos temores...son normales, mucha gente solo el perfume de los hospitales les causa terror, otros prefieren no ingresar.
Besos, que pronto vuelva al hogar, allí los pacientes se sienten a gusto y mejoran.
Mil gracias por vuestros deseos... el martes sabremos qué dice la biopsia.
ResponderEliminarAbrazos y buen finde
Querida Mariluz, es verdad, la noche parece tan larga y fría al lado de la cama de un enfermo. Uno durmiendo enroscado, sin que el cuello termine de encontrar posición, siempre hace frío, la noche se cierra y las luces se encenderán sin avisar. La incertidumbre acecha desde el ropero, en la tenue luz del baño se esconde la sombra del miedo, y tratamos de abrigarnos un poco para que la esperanza no empiece a tiritar tambien.
ResponderEliminarPero sólo hay un refugio, recordar por qué estás allí: por amor.
Tu hermana estará bien en nombre de Jesús.
Un abrazo fuerte.