----------------
Hoy, 6 de septiembre, se encuentran en Madrid los
gobiernos de Alemania y España, acompañados de un nutrido grupo de empresarios,
y donde seguro hablarán sobre las condiciones para poder otorgar más ayudas
financieras a España o a su sistema bancario. En los dos lados se ha elevado el
tono en los últimos meses y es con gran expectación que España espera ahora la
decisión que va a tomar el Tribunal Constitucional alemán, que esa sí es
crucial, el día 12, sobre la conformidad o no del rescate europeo y las
obligaciones derivadas para los alemanes.
En Alemania crece la critica
contra la supuesta "mentalidad de fiesta" de los españoles; en España los medios
cada vez son más negativos con la supuesta dureza de la canciller Merkel.
Pensamos que la situación es mucho más compleja de lo que presentan ambos
gobiernos y la mayoría de los medios. España no es Grecia, pero España puede ser
un paciente crónico si Alemania, junto con Europa, no contribuye a solucionar
sus verdaderos problemas.
España no debería recibir más dinero sin que se
cambie a fondo el sistema político y económico, hoy en manos de una oligarquía
política aliada con la oligarquía económica y financiera, y sin que se aumente
la participación ciudadana real en las decisiones políticas. Para no perpetuar
la crisis y endeudar a los españoles durante generaciones, el Gobierno español
debe reformar a fondo la administración de las comunidades autónomas y los
ayuntamientos, en su mayoría en bancarrota y completamente fuera de control,
sometiendo a referéndum el modelo de Estado.
Este tema es la clave del
futuro de España, porque las regiones, ayuntamientos y diputaciones son los
responsables de los dos tercios del gasto público -234.000 millones frente a
118.000 el Estado en 2011-, excluyendo la Seguridad Social -23.000 millones-, y
este gasto se realiza en condiciones de descontrol, despilfarro y corrupción
totalmente inaceptables. Las razones verdaderas de la crisis del país, en
consonancia con lo dicho, nada tienen que ver con salarios demasiado altos -un
60 % de la población ocupada gana menos de 1.000 euros/mes-, pensiones demasiado
altas -la pensión media es de 785 euros, el 63% de la media de la UE-15- o pocas
horas de trabajo, como se ha trasmitido a veces desde Alemania. A España tampoco
le falta talento, ni capacidad empresarial ni creatividad. Tiene grandes
pensadores, creativos, ingenieros, médicos excelentes y gestores de primer
nivel.
La razón de la enfermedad de España es un modelo de Estado inviable,
fuente de todo nepotismo y de toda corrupción, impuesto por una oligarquía de
partidos en connivencia con las oligarquías financiera y económica, y con el
poder judicial y los organismos de control a su servicio. En España no existe
separación de poderes, ni independencia del poder judicial, ni los diputados
representan a los ciudadanos, solo a los partidos que los ponen en una lista.
Todo esto lleva también a una economía sumergida que llega al 20% del PIB y que
frena la competencia, la eficacia y el desarrollo del país. Además, detrae
recursos con los que podrían financiarse educación y sanidad.
Las ayudas
para España, igual que para otros posible candidatos de rescates, no deben ir a
bancos ya casi en bancarrota y fuertemente politizados. En la CAM, el Gobierno
ha comprometido 16.000 millones de dinero público en lugar de cerrarla; en
Bankia, 23.000, y el Ejecutivo acaba de darle 5.000 millones urgentemente para
cubrir pérdidas en vez de cerrarla, y además de forma tan extraña que despierta
todo tipo de recelos. ¿Por qué se ha utilizado el dinero de los españoles (FROB)
en vez de esperar los fondos de la UE? Es lícito suponer que la razón es la
siguiente: los bancos no quieren que la UE investigue sus
cuentas.
Control estricto y duras condiciones. Ya el caso de Grecia ha
demostrado que las ayudas europeas tienen que estar vinculadas a un control
estricto y condiciones duras. Esas condiciones no pueden solamente representar
recortes sociales o subidas brutales de impuestos, como hace ahora el Gobierno
de Mariano Rajoy con la excusa de Europa . Se tiene que cambiar más en España
que cortar gasto social, que de todos modos es mucho más bajo que en Alemania, y
hay otros gastos infinitamente más relevantes que se pueden eliminar. Además,
los casos de corrupción resultan tan escandalosos, incluso en el propio
Gobierno, que uno solo puede llegar a una conclusión: el dinero de Europa no
puede ser manejado por personas tan increíblemente venales.
La pasada
semana el ministro de Industria Soria -imputado también por corrupción
urbanística en Canarias- acusó al ministro de Hacienda en el Consejo de
Ministros de favorecer descaradamente a la empresa líder de renovables, Abengoa,
de la que había sido asesor, en la nueva regulación de estas energías, que
reciben más de 7.000 millones de euros de subvenciones anualmente. Y Rajoy, al
que entregó una carta probatoria, ni dijo ni hizo absolutamente nada.
No
puede permitirse por más tiempo este nivel de corrupción, y menos aún a 17
regiones funcionando como estados independientes, con todos los organismos
multiplicados por 17, desde 17 servicios meteorológicos a 17 defensores del
pueblo, con 200 embajadas, 50 canales de TV regionales en pérdida, 30.000 coches
oficiales o 4.000 empresas públicas que emplean a 520.000 personas, creadas
específicamente para ocultar deuda y colocar a familiares y amigos sin control
ni fiscalización alguna. En conjunto, unos 120.000 millones, equivalentes al
11,4% del PIB, se despilfarran anualmente en un sistema de nepotismo, corrupción
y falta de transparencia.
Y con esto se tiene que acabar, entre otras
cosas, porque ya no hay dinero. Los últimos datos de las cuentas públicas
conocidos la pasada semana son escalofriantes. El déficit del Estado a julio
ascendió al 4,62% del PIB, frente a un déficit del 3,5% comprometido con la UE
para todo el año (del 6,3% incluyendo regiones y ayuntamientos). Pero lo
realmente inaudito es que España está gastando el doble de lo que ingresa.
101.000 millones de gasto a julio frente a 52.000 millones de ingresos, y
precisamente para poder financiar el despilfarro de regiones y ayuntamientos,
que no están en absoluto comprometidos con la consolidación fiscal.
El
tema del déficit público es algo que roza la ciencia ficción, y que ilustra
perfectamente la credibilidad de los dos últimos gobiernos de España. En
noviembre de 2011, el Gobierno dijo que el déficit público era del 6% del PIB; a
finales de diciembre, el nuevo Gobierno dijo que le habían engañado y que el
déficit era superior al 8%, y que se tomaba tres meses para calcularlo con toda
precisión. A finales de marzo, se dijo que definitivamente era del 8,5%, y ésta
fue la cifra que se envió a Bruselas. Dos semanas después, la Comunidad de
Madrid dijo que sus cifras eran erróneas y el Ayuntamiento de la capital igual…
el déficit era ya del 8,7%.
Sin embargo, la semana pasada el INE dijo que
el PIB de 2011 estaba sobrevalorado y, con la nueva cifra, el déficit era del
9,1%; dos días después, Valencia dijo que su déficit era de 3.000 millones más;
o sea, que estamos en el 9,4% y las otras 15 CCAA y 8.120 ayuntamientos aún no
han corregido sus cifras de 2011. Lo único que sabemos es que están todas
infravaloradas. El déficit real de 2011 puede estar por encima del 11%, y en
2012 se esta gastando el doble de lo que se ingresa. Como dice el Gobierno de
Rajoy, “estamos en la senda de convergencia”. Y es verdad… de convergencia hacia
Grecia.
Claramente, la joven democracia española tiene todavía muchos
déficits de representatividad y de democracia que deberían interesar a la
canciller Merkel y también a Europa, si queremos evitar una Grecia multiplicada
por cinco y salvar el euro. Esto es lo que ha hecho posible el despilfarro
masivo de las ayudas europeas, con una asignación disparatada de las mismas, a
pesar de que estas ayudas han supuesto una cifra mayor que la del Plan Marshall
para toda Europa.
Es frustrante que a causa de este sistema oligárquico
nepotista y corrupto se destroce talento y creatividad y que ahora muchos
jóvenes se vean forzados a trabajar fuera, muchos en Alemania. Esa situación nos
ha llevado a una distribución de riqueza que es de las más injustas de la OECD.
La antaño fuerte clase media española está siendo literalmente
aniquilada.
Resumiendo: no es una falta de voluntad de trabajo, como se
piensa tal vez en algunos países del norte de Europa, lo que hace que España
sufra la peor crisis económica de su Historia. Es un sistema corrupto e
ineficiente. La crítica del Gobierno alemán y sus condiciones para un rescate de
España se deberían concentrar en la solución de esos problemas. En caso
contrario, solo conseguirán que una casta política incompetente y corrupta
arruine a la nación para varias generaciones.
*Stefanie Claudia Müller (corresponsal alemana en Madrid y economista)
Artículo publicado en la prensa
alemana.
¡Zas! en toda la boca. En todas las bocas. Lo subo a Face. Beso grande.
ResponderEliminarDifundamos sí, Alma.
EliminarGrande el beso para ti
¡Pues si que estamos bien!
ResponderEliminarBesos y salud
Estamos mejor que queremos (según algunos) gggrr
EliminarSalud y besos :)
Tenemos a los nuestros tan revolcados en el fango que tienen que venir desde fuera a decirnos quienes somos y qué tenemos que hacer. Es deprimente.
ResponderEliminarBesos, Mariluz.
Deprimente y vergonzoso para nuestra clase política... eso suponiendo que tengan vergüenza :(
EliminarBesos, chicazul
Me mandó el artículo Sue por correo electrónico.
ResponderEliminarHoy también sale en "El eco republicano".
Estas son las cosas que hay que saber.
Y el loco se congratula por difundir
Eliminarun abrazo
Tal cual, una gran verdad y un futuro muy oscuro.
ResponderEliminarBienvenido Marce :)
EliminarConfío en la luz de los jóvenes comprometidos que se echaron a las calles y arrastraron a (casi) todas las clases sociales y escala de edades.
un abrazo