Se ha demostrado que aprender a leer conforma poderosamente el sistema neuropsicológico del adulto.
Incluso los cerebros lectores se diferencian entre sí según el idioma en el que lean: los lectores de inglés, por ejemplo, elaboran más las áreas del cerebro asociadas con descifrar las formas visuales que los lectores en lengua italiana. Según se cree, la diferencia radica en el hecho de que las palabras inglesas presentan con más frecuencia una forma que no hace evidente la pronunciación.
Lo que ahora sugiere una nueva investigación es que el cerebro se entrena de un modo diferente si leemos clásicos o leemos contemporáneos (o dicho de otro modo, si leemos textos de palabras complejas, extrañas, rebuscadas o cuya definición ignoramos desafiamos a nuestro cerebro mucho más que si leemos el último de Pablo Coelho.)
Es al menos lo que sugiere un experimento que consistió en monitorizar la actividad cerebral de un grupo de voluntarios mientras leían una serie de libros, que ha sido llevado a cabo por un equipo de científicos, psicólogos y académicos de la lengua de la Universidad de Liverpool. Los clásicos que se leyeron pertenecían a las plumas insignes de Shakespeare, William Wordsworth y T.S. Eliot, entre otros.
Al parecer, el escaneo cerebral no dejó lugar a dudas: los clásicos consiguieron disparar la actividad cerebral porque suponían un reto mayor. Al adaptarse las obras a un lenguaje más moderno y el efecto cognitivo suplementario se diluyó. El estudio también apunta que la poesía incrementa la actividad en el hemisferio derecho del cerebro.
Así que ya sabéis, de vez en cuando, del mismo modo que resolvéis un sudoku o un autodefinido, tal vez sea conveniente que leáis textos que contengan palabras similares a las que ahora mismo voy a listaros (todas ellas pertenecientes, por cierto, a un cuaderno en el que atesoro palabras raras que no me gustaría olvidar):
Perspicuo: dícese de la persona que se explica con claridad. Trastesado: endurecido. Dícese especialmente de las ubres de las hembras de los animales cuando tienen abundancia de leche. Estevado: que tiene las piernas torcidas en arco. Eviterno: que tiene principio pero no fin. Sumidad: ápice o extremo más alto de una cosa. Prognato: que tiene las mandíbulas salientes. Escible: que puede o debe saberse. Virago: mujer varonil. Embaular: comer con ansia, engullir. Zalema: reverencia humilde. Almuerza: porción de algo que cabe en manos juntas en forma cóncava (se echó varias almuerzas de agua en el rostro). Atrición: pesar de haber ofendido a Dios, no tanto por el amor que se tiene como por las consecuencias de la ofensa cometida. Apodíctico: argumento irrefutable. Ortología: arte de pronunciar bien. Onicófago: que se come las uñas. Acerico: almohadilla para clavar alfileres. Acmé: mayor intensidad de la enfermedad.
Vía | XatakaCiencia
Muy interesante; estoy tratando de recordar esas palabras. Muchos besos, Mariluz.
ResponderEliminarIsolda, si yo consigo acordarme de una de las palabras con su correcta definición el próximo día que nos veamos recuérdame que me beba una cerveza extra ;)
Eliminarmuchos para ti :)
Creo que en ese caso, acabaremos bastante perjudicados más de uno, jaja.
EliminarEscible, un texto escible. Abrazos.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo... pero, sinceramente, tuve que mirar su significado jajajajajaja
EliminarAbrazos para ti, poeta :)
Y por eso mismo, cada vez hay menos dinero para educación: los cerebros no trabajados no meten miedo.
ResponderEliminarAsí es... fíjate si no en nuestro presidente, ni siquiera recordó que estaba en Perú y agradeció al "gobierno cubano". :(
Eliminarabrazos para ti
Entre estar entrenado en la lectura y ser analfabeto están los "grises" ¿Valdrá para algo leernos entre nosotros?
ResponderEliminarSi le digo una de esas palabras a mis vecinos seguro que me ponen mala cara...jajaja
Me declaro ignorante, que le vamos a hacer!
Besos y salud
Genín ¡ya somos dos! :)
EliminarPero, para hacer honor a la verdad, tú tienes de ignorante lo que yo de cura.
Salud y beso
Madonna Santa Mariluz, un mes ya sin leerte y de repente me encuentro con este posteo:
ResponderEliminarPues bien, trataré de ser perspicua . Luego de varias almuerzas echadas en mi rostro para espabilarme, y para evitar estar tan trastesada después de este tiempo sin andar por blogs, me decidí a leerte, te cuento que mi onicofagia ya está bajo control, que después de algunas clases de Eutonía voy corrigiendo mi estevación, pero que ya sabes, eso es eviterno...como casi todo lo que nos cuesta, no sabemos cuándo vamos a terminar.
Con respecto a tu post me lo embaulé porque considero que es completamente escible y con una zalema me despido de vos, intentando disimular mi atrición por estar tanto tiempo ausente de tus apodícticos, ahora buscaré mi acerico, y con un poco de ortología, trataré de curar la fase de acmé de mi prognatismo para que no llegue a su sumidad como castigo por no haberte leído. Así pues que: magia potagia, abracadabra y gracias!
¡¡¡Pero qué grande eres, Di!!!
EliminarTe imagino "disfrutando" -en cierta forma- tu verano y aunque te eché de menos no puse falta de asistencia. Estás en tu casa pa' lo bueno y lo malo así que entra y sal cuando apetezcas :)
Besossss
jaja...es que ando escribiendo mucho para un libro que quiero terminar este año...y filmando como siempre, por eso nada al blog, pero sí...tu casa es muy cómoda como para echarse y saberse querida.
EliminarAbrazote!
El artículo es muy interesante; todo el tema de cómo funciona nuestro cerebro me atrapa. Si leo un libro que contiene muchas palabras que desconozco, lo más probable es que luego de algunas páginas lo deje a un lado. Creo que es una cuestión de cantidad también, porque si no la comunicación se hace imposible. Ni muy muy, ni tan tan. Término medio, como la carne, es lo que más me gusta.
ResponderEliminarAbresim !
Ah, bueno es saber que la carne te gusta "ni muy muy, ni tan tan"... la mía solo quitarle el frío, por favor; lo que denominan "blue" ;)
EliminarY los libros demasiado sesudos, que no puedo leer sin el diccionario a mano, como que me aburren.
Abresim, Maia