El escándalo de Ticketmaster
Carta a los fans en la web de Springsteen.
Julio Valdeón Blanco | Nueva York sábado 07/02/2009
En tiempos de pozos secos, el negocio musical chapotea agarrado al directo. Pero quizá la avaricia también liquide este salvavidas.
Vean lo ocurrido el pasado lunes en relación con la nueva gira americana de Bruce Springsteen: minutos después de salir a la venta las entradas en Ticketmaster, el servidor indicaba que la web se había caído por "trabajos de mantenimiento".
Muerta o no, en el ínterin reenviaban las peticiones, agotadas ya las mejores entradas, hasta su página hermana de TicketsNow (dotada de un diseño similar), donde podían adquirirse, en la reventa, a entre 200 y 1.000 dólares (el precio original oficial era de entre 65 y 98 dólares). Quizá convenga saber que TicketsNow, dedicada al mercado secundario, o sea, especulativo, ha sido adquirida recientemente por Ticketmaster.
Los aficionados a la música llevan tiempo protestando por las prácticas de una empresa hasta ahora intocable. Pearl Jam, a mediados de los noventa, litigó, y perdió, cuando intentó que Ticketmaster aceptara los precios que consideraban justos para sus entradas (el grupo aspiraba a que sus tickets no pasaran de los 22 dólares).
Respecto a cómo, en cuestión de segundos, las entradas más cotizadas florecen a precios escandalosos en E-Bay y similares circulaban varias teorías. Por ejemplo, que los 'brokers', armados de potentes ordenadores, bloqueaban el sistema a fin de lograr la mejor pesca. O bien que muchas de las mejores entradas iban a parar a manos del artista, sus grupos y técnicos, los responsables del pabellón, teatro, etc.. donde tocaban, con el resultado de que terminaban en la reventa. Esto, claro, casa mal con la velocidad a la que se producía el trasvase.
Si alguien se escandaliza por los precios de Springsteen, haría bien en saber que las entradas para ver el primer concierto de Leonard Cohen en Nueva York en 15 años alcanzan ya los 4.000 dólares... Por supuesto, aparecieron en TicketsNow a los pocos segundos de ofrecerse, y agotarse, en Ticketmaster. Un caso muy similar ha ocurrido con AC/DC. En Canadá, por cierto, la compañía ha sido acusada de intentar influir en los parlamentos de Ontario y Manitoba para que cambien las leyes que prohíben la reventa.
El Boss se rebela
La reacción de Springsteen y su organización ha sido fulminante. En un comunicado el artista comenta como "algunos artistas y mánagers quizá no perciban que hay un conflicto en el que el propio distribuidor de sus entradas las revenda en páginas como TicktetsNow.
Nosotros sí lo percibimos(...). El abuso de nuestros fans y de nuestra confianza por Ticketmaster nos ha enfurecido tanto como a muchos de vosotros".
Aunque Ticketmaster ha pedido disculpas, muchos las consideran mero maquillaje. A la vista del escándalo el congresista por Nueva Jersey Bill Pascrell Jr. ha elevado una petición de investigación tanto al Departamento de Justicia como a la Federal Trade Comision, mientras la fiscalía de NJ también informaba de que abriría diligencias. Entre tanto Springsteen y otros avisan de la posible fusión de Ticketmaster y Live Nation, algo que, de producirse, coparía el mercado.
Provoca melancolía, y envidia, comprobar la rapidez con la que han actuado las autoridades estadounidenses, sobre todo desde la posición del fan español, acostumbrado a que sus quejas contra los mercaderes y sus prácticas nigromantes hayan topado siempre con una nebulosa de silencio administrativo. Respecto al seguimiento del caso desde España puede acudirse a Point Blank, estupenda web dedicada a Springsteen por el infatigable Salvador Trepat, mientras que para lavarse tópicos en torno a la desventaja en la que se encuentra la industria musical conviene recordar lo dicho por el siempre lúcido Adrian Voguel en su blog El Mundano aquí y aquí.
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