Fotografía de archivo de la viuda del ex presidente mexicano Lázaro Cárdenas
El mundo 13/12/2008 (CET) JACOBO GARCÍA
MÉXICO.- La única mujer que sigue estando en la memoria de los 456 niños que bajaban del 'Mexique' en pantalón corto y maletas de cartón en junio de 1937 era Amalia Solórzano. Durante años, internos en el colegio de Morelia (Michoacán), de ella salieron las únicas caricias que recibieron aquel montón de niños con la cabeza rapada y cara de hambre acogidos durante la Guerra Civil. Una estancia, inicialmente "temporal" pero que para todos ellos acabó convirtiéndose en definitiva.
Amalia Cárdenas Solórzano se convirtió entonces en la madre de aquellos 'niños de Morelia' que llegaban huérfanos de todo pero que encontraron en la familia presidencial el amor "sincero" que dejaban atrás. Doña Amalia como todos la conocían, había influido notablemente en la decisión del presidente Lázaro Cárdenas de recibir al grupo de niños que huía de los primeros bombardeos que castigaban la ciudad de Barcelona.
"Un depósito sagrado al que sabrá responder ofreciendo no sólo su pan y su sal sino lo que debe seros más apreciable; su afecto"...dijo entonces Lázaro Cárdenas al gobierno de la II República. Y Doña Amalia fue la viva encarnación de la promesa del general.
Por esta razón el grupo de niños (hoy octogenarios) se siente un poco más huérfano cuando se enteró, este viernes, de la muerte de Doña Amalia. "En los primeros años fue una persona imprescindible en nuestras vidas", dijo Amparo Batanero, presidenta de la asociación de 'niños de Morelia'. "Nos quería mucho, nos tenía una deferencia especial y se veía que lo hacía de forma sincera", explicó, muy entristecida, al conocer la noticia de la muerte.
A pesar de su silla de ruedas y sus 97 años, el año pasado ella y el presidente José Luis Rodríguez Zapatero charlaron largamente con Doña Amalia y su hijo Cuauhtémoc Cárdenas, ex candidato presidencial y otro de los nombres fundamentales en la historia de México.
Los 'niños de Morelia', junto a Lázaro Cárdenas.
Una primera dama impecable
Sin utilizar joyas, ni pieles, ni ropas llamativas durante toda su vida la historia de amor entre Amalia Solórzano y el presidente más querido de México, comenzó cuando el general recorría el estado de Michoacán haciendo campaña para ser gobernador. Allí se conocieron y a pesar de la oposición de la familia se casaron en 1932 en una ceremonia civil, que por entonces era la única que reconocían las leyes del país.
De 1936 a 1940, como mujer de Lázaro Cárdenas, ejerció de forma impecable su papel de primera dama participando en actos femeninos y en mítines y hasta puso una oficina desde la que mantenía correspondencia con mujeres de todo el país, para conocer sus problemas, tal y como era costumbre en la época. Pero los niños españoles fueron siempre su debilidad.
Tal como muchos de ellos contaron a este corresponsal, era habitual que como primera dama pasara muchas horas de visita en el colegio de Morelia donde los cientos de chiquillos vivían internos. Ella misma se ocupaba de que no les faltara de nada y en las fotos que recuerdan aquellos momentos, se la ve abrazada de niños con los que jugaba, charlaba y se reía.
Una relación de amor que también tuvo su historia de celos cuando la opinión pública mexicana criticó la desmedida atención con los niños españoles mientras los mexicanos se morían de hambre. Las caricaturas satíricas publicadas de la época dibujaban al presidente Cárdenas amamantando a un niño español mientras otro mexicano le tira de los pantalones desde el suelo.
El 21 de noviembre de 2007, la viuda de Cárdenas recibió la Gran Cruz de la Orden de Carlos III, la condecoración más alta que el Gobierno de España entrega a ciudadanos españoles, así como a extranjeros en casos excepcionales, por sus virtudes personales, por haber acogido durante años a miles de españoles exiliados. Una medalla que ya había sido entregada mucho tiempo antes, en la memoria de los 456 'niños de Morelia'.
________________________________
Madre no es sólo quien da a luz. Descanse en paz, Señora.
No lo sabía, gracias a Dios hay personas así, lástima que sean tan pocas.
ResponderEliminar