miércoles, 3 de abril de 2013

¡Y parecía tonto el listo!

En 1903, Albert Einstein y Mileva Maric contrajeron matrimonio en Berna (Suiza), ciudad donde Einstein reisidió durante una temporada y que, según dicen, inspiro su teoría de la relatividad gracias a que junto a su ventana se alzaba un icónico reloj: podéis leer la historia completa en Berna, Einstein, el reloj que le inspiró y los relojes de pulsera.
Con Mileva, Einstein también residió en ciudades como Zurich, Praga y Berlín. Progresivamente, sin embargo, la relación conyugal empezó a hacer aguas, lo que obligó a al científico a imponerle una serie de condiciones para continuar adelante con la relación. Unos mínimos que él consideraba importantes para que el amor no desapareciera.
El 14 de febrero de 1919 se divorciaron, lo cual no es de extrañar si echamos un vistazo a las extravagantes, machistas y neuróticas condiciones de Albert Einstein (y es que las servidumbres de vivir con un genio acostumbran a ser muy gravosas, dicen):
1. Deberás asegurarte de: mantener mi ropa y la del hogar en buen estado. servirme tres comidas en mi habitación. mantener mi dormitorio y el estudio limpios, y debe quedar claro que mi mesa de trabajo es para mi uso exclusivo.
2. Renunciarás a cualquier tipo de relación personal conmigo en la medida en que no sean estrictamente necesarias por razones sociales. En concreto, renunciarás a: sentarte en casa junto a mi. pasear o viajar juntos.
3. Tendrás en cuenta los siguiente puntos: no mantendremos relaciones íntimas, ni me reprocharás nada. dejarás de hablarme si yo te lo pido. abandonarás mi dormitorio o estudio inmediatamente, y sin protestar, si te lo pido.
4. Te comprometerás a no menospreciarme delante de nuestros hijos, ya sea con palabras o hechos.
Vía | XatakaCiencia

14 comentarios:

  1. Pues no entiendo para que seguían juntos ¿No?
    Besos y salud

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    1. Se divorciaron 16 años después. Supongo que, ella, esperando a que los retoños fuesen más creciditos.

      Beso y salud, Genín :)

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  2. Me sorprende y me cuesta creer que pueda ser cierto, ¿lo es?, es que de una persona inteligente no me entra esto en la cabeza, jaja.
    Besos.

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    1. Bueh... yo no fui testigo de boda ni madrina de los hijos, pero no me extraña nada, Blue. Por aquello de la "ley de compensación", digo; aunque ya podía haberse compensado con tener juanetes ¿no?

      Besos :)

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  3. Más que un hombre inteligente, parece un listillo.

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    1. Exacto... y como decía mi madre: "y lo queríamos tirar..."

      Abrazos :)

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  4. Realmente sorprendida; me cuesta trabajo creerlo, pero ya se sabe: "hay gente pa tó"
    Besos, sin condiciones, mejor

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    1. Exacto... pa tó. Pero este me descolocó :)

      Besos

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  5. Pues vaya elemento el Einstein de los coj....!!
    Demasiado aguantó ella a su lado.

    Besos

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    1. Supo aguantar... pero al final también mereció un nobel ;)

      besos y caricias a las niñas

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  6. Esa mujer era inteligentísima.
    Einstein tenía casi todo lo que demostró luego, en la cabeza, gracias a ella.
    La mitad de mis vecinos son judíos; lo que son más datos.
    191_!
    Nadie recuerda el punto 4, pero lo dice todo.
    Las armas de mujer son más poderosas que cualquier otra y éste es un ejemplo.
    Los hombres, cuanto más tontos son, más fácil manipulan a las mujeres, pues les parecen inocentes.

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    1. Ya dijo quien dijera eso de que tras un gran hombre siempre había una gran mujer ;)

      Un abrazo condicionado (por la distancia, claro)

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  7. De nuevo pasan ante mis ojos adormilados unos cuantos tediosos y perezosos días, ya sabes, esos días en que uno se levanta tarde porque no tiene nada interesante que hacer y no sale de la habitación hasta que vienen a arreglarla (...). Entonces comienzas a dar vueltas y esperas sin entusiasmo hasta la hora de la comida (...).
    Pase lo que pase, nos estamos labrando la vida más deliciosa del mundo. Hermoso trabajo, y juntos (...).
    Sé feliz, querida. Te besa tiernamente, tu
    ALBERT

    Este es el fragmento de una carta de un libro que acabo de encontrar, aunque todavía no recuerdo que lo tenía. Escribe un tal David Bodanis y según le leo, sé por qué lo tengo.

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    1. Bueno me supongo que lo tienes por sus estudios de biología... o tal vez porque te atraiga la 'biografía de la ecuación más famosa de Albert'.

      Lo que está claro es que el baremo que usa Albert para medir la felicidad no se parecía en nada al de su esposa, por mucho que la bese tiernamente a través de un papel. ;)

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