sábado, 28 de agosto de 2010

Gaza: Una línea de 2.000 túneles

En la frontera del sur de Gaza con Egipto, en la provincia de Rafah, se extiende lo que los palestinos llaman "la línea": una enorme extensión de ocho kilómetros repleta de túneles excavados manualmente, por los que entra desde Egipto la mercancía necesaria para sobrevivir. Están consentidos por los gobiernos de Hamás, Egipto e Israel, aunque estos últimos bombardean la zona de vez en cuando, cuando quieren aplicar represalias ante cualquier cosa.

La llegada es como internarse en una zona de invernaderos de plástico, como los de Almería; cientos de ellos junto a montones de arena extraídas de las excavaciones de los túneles. Todo es siniestro y hay centenares de personas que parece que esperan algo, apostados junto a camiones y furgonetas vacías. Miran de soslayo a los que pasan por allí. Hay como un ronroneo generalizado por los cientos de generadores que alimentan la actividad de los túneles.

A escasos doscientos metros, una enorme alambrada que marca la frontera con Egipto, detrás de una carretera mal cuidada por donde circulan, cuando quieren, los vehículos israelíes.

Después de algunas conversaciones discretas a través de un contacto palestino, se puede entrar a uno de los túneles. Al lado, dos enormes camiones y varias decenas de jóvenes que salen de la tienda con sacos de cemento que cargan en los vehículos. Toneladas de cemento recién traídos de Egipto por el túnel de al lado.

Por túneles de unos 80 centímetros de diámetro llegan los suministros que no tienen otra forma de entrar en Gaza

La entrada es a través de una pared de plástico negra, como las bolsas de basura, que da paso al interior: un tenderete bastante cutre. Allí hay dos jóvenes descalzos, en pantalón corto y camiseta, y sucios de tierra por todas partes. En una equina, un infiernillo con té, junto al generador que emite el ruido más escuchado en la franja de Gaza.
El suelo es de tierra. En el centro hay una estructura de hierros oxidados, con soldaduras mal hechas sobre los tubos y una polea que funciona con un motor mínimo y viejo, que suena como si se fuera a romper en cualquier momento. Todo parece que vaya a romperse. Bajo la estructura, un agujero de 2 metros de diámetro, una especie de pozo con las paredes recubiertas de hormigón. Abajo, 20 metros de túnel vertical con una escalera de tubos empalmados a un lado, que da miedo verla.

La bajada al pozo es claustrofóbica. Sentado sobre una especie de trapecio de cuerda y madera, que el motor de la polea va deslizando penosamente, es como si estuvieras bajando a los infiernos. La travesía parece interminable. Una vez abajo, se agradece pisar tierra firme, aunque la sensación de agobio no desaparece. Con una altura de 1,20 metros, hay que permanecer agachado mientras se observa el largo túnel que se dirige hacia Egipto. La forma de comunicarse con el exterior es un radiotransmisor igual de cutre que todo lo demás.

Por ese túnel, de unos 80 centímetros de diámetro, llegan los suministros que no tienen otra forma de entrar en Gaza por el bloqueo israelí. En unos contenedores azules (unos bidones rajados por la mitad), llegan cargamentos de comida, cemento, herramientas, bidones de gasolina, piezas de motores… de todo. Abajo hay otro motor que tira del cable al que están enganchados los contenedores caseros que llenan en Egipto, a 400 metros de la entrada del túnel.

Hoy hay poca actividad, porque hace dos días los aviones israelíes bombardearon la zona, en respuesta a la muerte de dos colonos judíos por los cohetes lanzados desde la franja Murieron dos trabajadores de los túneles. Están pendientes del ruido exterior, por si vuelven los aviones, aunque ya están acostumbrados a vivir en esa situación de incertidumbre. "No sabemos si mañana estaremos vivos", dice uno de los jóvenes, que no tendrá más de 22 o 23 años, y que fuma sin parar.

En la frontera con Egipto hay cerca de 2.000 túneles, aunque nadie quiere decir el número. Tampoco cuentan dónde están los túneles grandes por donde pasa otro tipo de material. "No lo sé", es la respuesta machacona.

"¿Pero existen esos túneles por donde pasan automóviles e incluso armamento?".

"No lo sé". Lo saben, pero nadie se atreve a hablar de ellos. La mejor prueba de que existen son los todoterreno, camionetas y motocicletas nuevas que circulan por la ciudad de Rafah, sin matrícula y con pinta de no tener más de un año de vida.

Los túneles se empezaron a construir en 2006, cuando el bloqueo israelí cerró por completo las fronteras. Fue una forma de supervivencia. Pero también un negocio para los que los operan y para sus socios egipcios, con los que van al 50%. Cerca de 70.000 personas viven de los túneles; familias enteras.

Construir un túnel tiene su dificultad y su coste; unos 140.000 dólares, según explica Abu Mohammad, socio propietario de uno de ellos. Tiene 58 años y antes era conductor de taxi; hacia el trayecto Gaza-Jordania y vivía bastante bien. Cuando cerraron la frontera, decidió que era el momento de cambiar de profesión. Buscó un lugar muy próximo a la frontera y construyó uno de los primeros túneles que se hicieron.

"Invertimos cerca de 140.000 dólares y tardamos seis meses. El coste puede parecer muy elevado, pero el salario de los excavadores es de 400 dólares diarios, por lo que sale a 200 dólares el metro. El material asciende a unos 30.000 dólares", explica con una taza de té en una mano, mientras espanta las moscas con la otra. "La inversión se amortiza en un año".

Existe un mapa de túneles, que mantienen en el mayor de los secretos, por seguridad. Pero las autoridades palestinas de Gaza venden las concesiones informalmente y se aseguran de que no se encuentren unos túneles con otros. El trabajo de excavación se hace con brújula, unos pequeños generadores y mucha voluntad para sacar las toneladas de tierra del agujero.

En el túnel de Abu trabajan entre ocho y 15 personas. "Depende del trabajo. Estos días todo está parado, porque los egipcios no se arriesgan a enviar mercancía; tienen miedo de los bombardeos israelíes". El ambiente está tenso. Hay nervios, muchos nervios. En un momento dado suena el ruido de un avión y todos miran al cielo. Falsa alarma, no es un bombardero y, además, pasa por el otro lado de la frontera.

Una línea de de 2.000 túneles
Paisaje de los túneles de Gaza en Rafah próximos a la frontera con Egipto.

Una línea de de 2.000 túneles
Un joven desciende al interior de uno de los 2.000 túneles que comunican clandestinamente el sur de Gaza con Egipto.

Una línea de de 2.000 túneles
En la frontera con Egipto hay cerca de 2.000 túneles, aunque nadie quiere decir el número exacto.

Una línea de de 2.000 túneles
La forma de comunicarse con el exterior es un radiotransmisor igual de cutre que todo lo demás.

Una línea de de 2.000 túneles
La excavación se hace con brújula, unos pequeños generadores y mucha voluntad para sacar las toneladas de tierra del agujero.

Los agujeros negros del planeta en ELPAÍS.com

4 comentarios:

  1. Serán como hormigas, hombres-hormigas… no, no lo creo, son como ratas, si, así los hace sentir Israel a los Palestinos, los hace sentir y los convierte en ratas, seres que deben andar en túneles para que no los vean llevar y traer comida (y algo más), los hacen comer de la basura, vivir entre basura, dormir entre escombros. ¡Y después el inmoral es Fidel Castro o Chávez! Si ellos son inmorales a las autoridades de Israel como habría que llamarlos.

    Hombres hormigas, ratas o topos yendo y viniendo por los túneles clandestinos (no tanto si todos sabemos de su existencia, de su paradero, de su ubicación). Como Egipto, Israel, Palestina y el resto de este condenado mundo puede permitir que la gente viva en estas condiciones y esta sea la manera de trasponer el “bloqueo” salvaje, arbitrario y unilateral que impone Israel al pueblo palestino.

    No queda más que esperar el holocausto final que acabe con este pueblo sufrido. Israel no aprendió nada, nosotros no aprendimos nada. Después Obama sonríe, Zarkozy sonríe, Zapatero sonríe, el mundo sonríe.

    Somos patéticos…

    Un abrazo inmenso amiga. Necesarias entradas estás subiendo a este “diario de un loco”.

    HologramaBlanco

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  2. No puedo continuar; me he caído en un agujero.
    Un beso.

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  3. Querido Edgardo, siempre nos quedan lejos los enfrentamientos y las miserias, tal vez cuando llame a nuestra puerta reconozcamos al mismo vecino que nos saludaba amablemente cada mañana y le veamos sonriendo.

    abrazos

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  4. Dos besos José Alfonso, antes de que nos traguen los agujeros de nuestras miserias.

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