viernes, 10 de octubre de 2008

El viento

Hoy es uno de esos días de otoño típicos en mi zona -cercana al Estrecho de Gibraltar- con vientos racheados y molestos, traicioneros y cansinos, nuestro viento de levante.

Por el frontal de la casa veo las palmeras agitarse y doblarse peligrosamente hacia un costado que -afortunadamente- no es donde estoy. Esas palmeras están cuajadas de dátiles ocres, verdoso-anaranjados. Las veo a través del cristal -opaco por la lluvia y el salitre- y le crea un halo turbio de misterio.

datiles_octubre

Por la trasera de la casa veo el mar y hoy ruge encabritado acercándose peligrosamente a la zona habitada que, aún guardando las distancias oportunas, está demasiado cerca de la orilla, cuando está en calma así que hoy ¡imagina!.

mediterraneo_levantao

El viento, ese eterno acompañante en mis costas, con más o menos intensidad, hoy -con sus 50 km/h- tendrá algo de muy bueno: no habrá pateras, cayucos que acerquen a inmigrantes en busca de "el dorado" europeo, a la caza del "sueño americano a la española", que tantas y tantas vidas ha dejado en nuestras playas, costas y mares.

Pero ese mismo viento deja varadas, en las playas y puertos, las embarcaciones pesqueras que no podrán salir a faenar.

Ese viento, que algún "gracioso" definió como "el aire en movimiento" hoy no puede borrar la sonrisa de mi cara -aunque la jaqueca anda rondándome- hoy lo veo a través de los cristales.

Ventajas de la convalecencia.

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