martes, 7 de diciembre de 2010

MHLGH 195.6 - Día uno

Recomiendo empezar a escuchar la música insertada, antes de iniciar la lectura, pero a bajo volumen... sobre todo al principio. Gracias.
Buenas noches; estás oyendo "La marcha fúnebre", primer movimiento de la sinfonía nº 5 -en Do sostenido menor- de Gustav Mahler.

No; no hay ninguna desgracia nacional, para que estés oyendo música clásica y una nueva voz en tu emisora favorita. Tampoco ha saltado el dial al canal clásico ni hay desconexión del satélite... la verdad es que, en este preciso momento, todas las frecuencias están recibiendo la misma señal, la misma música, la misma voz. La mía. Dejo un momentito, apenas 15 segundos, que hagas un rastreo y compruebes la veracidad de mis palabras.

¿A que tengo razón? pues ahora queda otra comprobación y te invito a hacerla: ¿serás sólo tú quien está experimentando ésta conexión bilateral?... Llama a tu vecino y pídele que ponga la radio; también puedes conectar con tus amigos por teléfono y pedirles que comprueben contigo. Moviliza a todo el edificio, todo el barrio... toda la ciudad. Venga no lo dudes... yo espero tu llamada.

Hace una hora estaba recorriendo las calles de la ciudad, aterida de frío, buscando un lugar donde pasar la noche. Los pasos, errantes al principio, parecían haber encontrado su sendero, al entrar en ese halo de luz que desprendía la única farola de ese callejón oscuro y maloliente. Por alguna extraña razón me resultaba familiar. Caminé hasta éste edificio abandonado. El rótulo de la puerta me produjo como una descarga eléctrica, por toda la espina dorsal. ¡Estaba en la MHLGH!, la gran cadena de radio que durante tantos años acompañó los pasos y los viajes y desvelos de tantos miles de noctámbulos... como yo... No tuve que forzar ninguna puerta. Estaba abierta. El ascenso por la escalera fue sin tropiezos, y -aunque a oscuras- sabía exactamente dónde estaban los peldaños rotos, pero no por qué lo sabía.

Todo está abandonado, lleno de suciedad y muebles rotos. No hay electricidad pero el resplandor de la farola, ilumina el único rincón que parece respetado por los años y el abandono: la mesa de control. Recorro la estancia en busca de alguna silla, a medias usable y mis ojos tropiezan con una cabina acristalada, tenuemente iluminada por una luz roja parpadeante. Hay dos sillas justo delante de la cristalera. Entro una y pongo otra ante el control. A la izquierda hay una estantería repleta de discos de vinilo ¡¡auténticas joyas abandonadas miserablemente!! ¿funcionará el plato?... ¡¡sí!!

Me embarga una sensación de poder indescriptible... toda yo ha cambiado. El frío de mis huesos ha desaparecido. Ya no siento hambre, salvo de música, de palabras, de comunicar... A ver qué tenemos por aquí... el primer disco marcará las pautas a seguir: Gustav Mahler - sinfonía nº 5 en Do menor sostenido, vaya, hubiese preferido algo más ligerito pero... vale, sí me vale...

No me preguntes nada. Ya sé que has vuelto... pero se acerca la luz y debo abandonarlo todo antes de que se den cuenta y vengan a cerrar el edificio.

Desde la MHLGH en el 195.6 "Cuando nadie escucha"

6 comentarios:

  1. Mariluz,he oido la música y he leido el texto...Creo que te has adelantado a un posible futuro o quizá a este presente,donde alguien recorre la calle y llega al lugar donde vivió y trabajó...IMPRESIONANTE AMIGA...!
    Me duele tu perspectiva abandonada y triste y te dejo mi gratitud por compartir y mi abrazo inmenso,amiga...ANIMO SIEMPRE,TODO CAMBIA Y EVOLUCIONA...!
    M.Jesús

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  2. Qué tristes son las cosas abandonadas. Sobre todo si están de alguna manera unidas a nuestro recuerdo.
    Un abrazo

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  3. Tienes la voz. Tienes la sonrisa, aunque le gusten los letargos. Tienes el dial para cambiar. La palabra precisa, la sonrisa perfecta. Sabes que me gusta tu sintonía.

    Además, si preguntamos a los locos de la Tierra, coincidirán en algo: no es correcto el abandono, como dice la canción. Podrán quitarles muchas alegrías. Pero en alguna isla del Egeo, donde no se capta frecuencia alguna, seguiré sin nacer nadie.

    Créeme. Sé que las comisuras no quieren escuchar esa música.

    Besísimos

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  4. Leido y entendido.

    Estoy con Majecarmu.

    Y yo, -ya lo sabes- siempre estoy contigo, amiga.

    Un enorme abrazo...!

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  5. Oh!
    Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!
    Ooooooooooooooooooooooooooooooooooosssstias!

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  6. Qué buen texto.
    Tienes razón al comienzo: oír en una emisora música clásica, siempre da miedo...

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