martes, 14 de octubre de 2008

Los Dones en la Filosofía

Ha llegado a mis manos una hojita interesante. Desconozco su origen así que espero no violar ninguna propiedad intelectual "copiando" literalmente su contenido en este diario... Claro que tampoco les pasaré factura por publicitarlo. El título es de mi cosecha y la hojita empieza así:

Llenos del Espíritu Santo

El Espíritu trajo una nueva vida a los desanimados discípulos de Jesús. Quedaron llenos de sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. James McKams compara este don septiforme con los criterios que el famoso psicólogo, William Menninger, suponía que había de poseer toda persona emocionalmente madura:

  1. Tener la habilidad de enfrentarse constructivamente con la realidad. El don de la sabiduría nos capacita para distinguir la realidad de la fantasía, y vivir en consecuencia.
  2. Tener capacidad de adaptarse al cambio. La inteligencia nos ayuda a aceptar los cambios que se producen para el bien común. A muchos no les gusta cambiar pero son partidarios del progreso. No hay progreso sin cambio.
  3. Ser libre ante los síntomas producidos por tensiones y ansiedades. El consejo nos lleva a indagar bajo lo visible, para descubrir las causas ocultas y los síntomas de las tensiones y los miedos.
  4. Ser capaces de sentir más felicidad en dar que recibir. La piedad nos protege del egoísmo (ver Hechos 20, 25).
  5. Ser capaces de tratar a la gente de una manera apropiada: colaborando mutua y satisfactoriamente. La ciencia nos da una dirección consistente en nuestras vidas, para no ser perturbados por cualquier emoción pasajera.
  6. Ser capaces de encauzar la energía de nuestros instintos hostiles hacia objetivos creativos y constructivos. El temor de Dios es beneficioso y nos hace realizar obras buenas que, de otra forma, quedarían sin hacer. Este temor es reverencial, como el de un niño que respeta a su querido padre.
  7. Ser capaces de amar. La fortaleza es necesaria para un verdadero amor, pues nos da valor para asumir un compromiso solemne, aun a riesgo de ser rechazados.


No apaguéis el Espíritu
«Haz de mí, Señor, un punto de contacto
por donde el Espíritu pueda entrar
en aquellos a los que alcanzo,
ya sea con mis palabras,
con mi oración o con mi vida».
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Algún día... igual soy emocionalmente madura.

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